14.4.16

“Hasta la vida”



El 29/01/2016, la gendarmería Argentina reprimió a una murga integrada por adultos y chicos mientras ensayaban en un barrio carenciado de Buenos Aires. La noticia me dejó paralizada. Mil preguntas se me desataron en la cabeza que iban desde tratar de entender cómo alguien puede apretar el gatillo con un niño como blanco a intentar imaginar la estampida de terror que esta violencia puede generar en la cabeza infantil de un inocente. Una de las respuestas, que nunca será dicha, es que disparar a mansalva en un barrio carenciado de gente muy pobre, o como en Argentina se le llama Villa, es más sencillo que disparar en un barrio de gente “Bien”, los que somos “gente bien” corremos con la suerte de que la razón y el sentido común dejen de tomar el té y actúen ante la barbarie.

El pensamiento me fue decantando hacía el después, hacía las cicatrices que dejarán los porqués sin respuesta. ¿Cómo borrar el horror de la irrealidad que supone en la mente infantil de un niño que le disparen? Cómo drenar el sentimiento de desesperación, la tristeza del no entender, la visión de un cuerpo que no reconoce más heridas que las de codos o rodillas fruto de la pelota o la bici, cómo metabolizar todo esto en la instancia de la vida en la que aún las lecciones para digerir la injusticia y el salvajismo no han dado sus primeras clases.

En un mundo donde se puede disparar a un niño sin más no puede más que esperarse una cosecha de adultos de miradas frías, recelosas, hostiles y cargadas de resentimiento.
¿Qué se pretende matar cuando se le dispara a un niño?

¿Qué idea tan peligrosa puede anidar en su mente?

¿Qué surgirá de esos niños marcados y sus cicatrices?

Tras estos hechos muchos escritores, ilustradores y artistas se manifestaron firmando una carta pública repudiando el hecho. Yo me sumé a esa firma y lamentablemente no pude llegar con los tiempos a que mi sentimiento ilustrado forme parte de la jornada de reflexión que se realizó el pasado sábado en el ECuNHi –el espacio cultural de las Madres de Plaza de Mayo– bajo el nombre “Hasta la vida” en la que muchos artistas acercaron desde sus distintas formas de expresarse su sentir ante lo ocurrido.

El no estar presente solo es una ausencia física, mi pensamiento y mi postura, ante la violencia y más aún hacia inocentes, siempre será tajante y firme. Siempre querré respuestas, querré responsables y querré consecuencias ante la mala acción y siempre mi intención será apartidaría, será libre de utilización política y sin más interés que repudiar la violencia y cuidar a los niños.

Nota sobre lo ocurrido con los niños.

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